Por Eduardo Anguita
La Argentina, al menos para bastantes argentinos, deja mucho que desear. Lo difícil de descifrar son los motivos que llevan a afirmar que hay mucha insatisfacción y que esa insatisfacción es difusa, que se dispara de modo indiscriminado contra el país como contra el Gobierno. Eso sí, cuando se trata de poner sobre la mesa argumentos o datos, muchos formadores de opinión ocultan o falsean información. El más suculento de esta semana es el silencio completo de los grandes medios sobre una encuesta de Manuel Mora y Araujo que afirma, sin ambigüedades, que Néstor Kirchner encabeza la intención de voto de los argentinos. Pero hay dos datos más, uno es que gana también en segunda vuelta y el otro es que lo anunció en plena Sociedad Rural.
La Argentina, al menos para bastantes argentinos, deja mucho que desear. Lo difícil de descifrar son los motivos que llevan a afirmar que hay mucha insatisfacción y que esa insatisfacción es difusa, que se dispara de modo indiscriminado contra el país como contra el Gobierno. Eso sí, cuando se trata de poner sobre la mesa argumentos o datos, muchos formadores de opinión ocultan o falsean información. El más suculento de esta semana es el silencio completo de los grandes medios sobre una encuesta de Manuel Mora y Araujo que afirma, sin ambigüedades, que Néstor Kirchner encabeza la intención de voto de los argentinos. Pero hay dos datos más, uno es que gana también en segunda vuelta y el otro es que lo anunció en plena Sociedad Rural.
Hace pocos días se recordaba La noche de los bastones largos, cuando el onganiato se cargó la autonomía universitaria, allá por 1966, y provocó la fuga masiva de investigadores y académicos formados con recursos argentinos y que sumaron su sabiduría a empresas o universidades norteamericanas y europeas. Hoy, no sólo sigue en pie la UBA sino que hay universidades públicas en los principales centros urbanos del Gran Buenos Aires. Alrededor de setecientos científicos están repatriados. El Ministerio de Ciencia y Técnica tiene el programa Raíces para ayudar a los que quieren volver. La única salida es Ezeiza, se dijo durante muchos años. Y muy pocos se animaban a rebatir al que lo disparara en la cola del banco o del súper. Las ilusiones se cultivaban en los consulados de Italia o España. Un pasaporte europeo o la green card norteamericana tenían el sabor del elixir. Ahora nos enteramos que las empresas españolas tienen de salvavidas a sus filiales de este lado del Atlántico.
El viernes dialogué extensamente con Mirta Iriondo, directora general de Planificación Industrial del Ministerio de Defensa. Estudió Física Teórica y tiene estudios de post grado en Matemáticas e Ingeniería Física. Se formó en Suecia y volvió a la Argentina en los noventa. Le dieron un trabajo en la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, su provincia natal. Lo que me dijo la doctora Iriondo, que yo desconocía, es que había conocido fugazmente ese lugar en 1976. Ella estaba en Buenos Aires, la secuestró un grupo de tareas y la llevó al centro clandestino El Vesubio. Luego la subieron, vendada y esposada, a un avión y la trasladaron a Córdoba. Pispeó por debajo de la venda y supo que estaba en esa Escuela de Aviación. Luego la subieron a un auto y a los 20 minutos la alojaron en La Perla, uno de los campos de concentración más feroces de la dictadura. Ella supo perfectamente dónde la llevaban. Tenía algo más de 20 años.
Sobrevivió a La Perla.
–Me impactó mucho cuando fui por primera vez a trabajar a esa Escuela.
Ya era una científica hecha y derecha. Y no sólo no renegaba de su pasado sino que no dejó de reunirse con otros sobrevivientes y testificar.
–Era en pleno menemismo.
Por entonces, la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba cerraba y Carlos Menem se la entregaba a la transnacional Lockheed Martin. Quise saber cuándo se había incorporado al Ministerio de Defensa.
–Conocí a Nilda Garré el 24 de marzo de 2007, en La Perla.
Ese día, lluvioso, Néstor Kirchner habló al país desde ese campo de concentración. Fue frontal con Alfredo Bisordi, el entonces presidente de la Cámara de Casación Penal y figura clave para sabotear los juicios por delitos aberrantes. En ese contexto, tan contradictorio para quien no entienda las convicciones profundas que pueden mover a una científica militante, Mirta se sumó a la tarea de la Defensa. Desde entonces, menos académicos y más militares.
–Con algunos me llevo bien y con otros muy mal.
Nunca dejó de testimoniar contra los genocidas. En estos últimos años –y especialmente en los últimos dos meses– estos criminales desfilan ante tribunales. Bisordi ya no está en la Justicia. Luciano Menéndez y Jorge Videla están sentados en Córdoba por algunos de los tantos crímenes que cometieron. Y no hay rosas sin espinas. La página web de los presos políticos de Argentina sacó una lista de quienes, de modo valiente, van a dar su testimonio a este juicio.
“Conozca nombres de terroristas y sus lugares de residencia: Pueden ser sus vecinos, profesores, arrimarse a Ud. como amigos… Ellos conviven entre nosotros…” A continuación dan los nombres de 88 de ellos, acompañados de la dirección de su vivienda o, al menos, del barrio donde viven.
Pese a que hay muchos que quieren meter miedo, Iriondo, con su historia encima, se ocupa de su tarea.
–Lo primero es cómo utilizamos los escasos recursos para la Defensa. El desarrollo tecnológico te permite tener soberanía, porque dejás de depender del exterior. El mayor ejemplo es el Invap, una empresa nacional y del Estado (de Río Negro) que desarrolla radares, que nos permite avanzar en un prototipo de un radar fijo para el Ejército. O comprás afuera o empezás a desarrollar algunos proyectos en el país, bajando costos y teniendo mayor soberanía.
Iriondo carga su historia. En esa historia, sin dudas, hay claves para entender por qué elige la vida y la soberanía.
La política cruda. “Los logros argentinos están por debajo del potencial”, se escucha a menudo. Claro. Pero, ¿desde dónde miramos ese potencial? ¿Cuáles son las corrientes políticas, culturales y sociales que se mueven para desarrollar ese potencial? ¿Cuáles son los intereses corporativos que están horrorizados ante esa perspectiva y que ni siquiera se animan a disimularlo?
Esta semana, última de julio, brinda al observador datos muy elocuentes. Algunos sujetos a la pasión de la identidad y la interpretación. Otros, demasiado mensurables.
Vamos a los primeros. La foto de los 12 apóstoles en la Sociedad Rural pidiendo retenciones cero es una confesión. El primero a la izquierda ¡horror, la izquierda! es Joaquín Morales Solá, que no sabe casi nada de granos pero lo subieron a la foto seguramente porque Mariano Grondona –sojero en serio– no llegaba a tiempo. El último es Alfredo Olmedo, un ilustre desconocido que llegó a ser diputado nacional por Salta con una campaña a favor del servicio militar obligatorio. Se ganó el podio en el selecto grupo de los 12 por tener 110.000 hectáreas de soja en Salta, Santiago del Estero, La Rioja y Formosa. Encabeza el ranking en materia de latifundistas. El que tomó la voz cantante para lanzar la cruzada fue Daniel Sabsay, un radical atildado, que oficia al mismo tiempo de conciencia cívica de la Constitución y de militante por la preservación del medio ambiente. Sabsay quiere que el 24 de agosto se caigan las retenciones. Sueña con un país que se prive de los recursos para financiar buena parte de las políticas redistributivas. No dijo una sola palabra de las consecuencias: sería tan rentable sembrar soja que Monsanto tendría muchos más clientes. Eso sí, Sabsay de medio ambiente y glifosato no dice ni media palabra.
Hubo otra foto. De una estética menos pituca. Porque las camperas negras de Néstor Kirchner, Hugo Moyano, Emilio Pérsico y Amado Boudou fueron para rememorar el luto de la muerte de Evita. Ahí Kirchner habló de llegar al 50 y 50, como suele decirse para graficar que la mitad de la renta vaya a los asalariados y la otra para los empresarios. Y esa foto del lunes fue el prólogo de los anuncios de aumentos a los jubilados y el sorpresivo incremento de la asignación por hijo del orden del 22 por ciento que llega a 3.700.000 beneficiarios. Esta semana próxima, la apuesta redistributiva irá a elevar el piso del salario mínimo vital y móvil posiblemente a 1.800 pesos.
El gran dilema no se resuelve en abstracciones o melancolías sino en la relación de fuerzas de los dos proyectos que expresan estas dos fotos. Los intereses sojeros apostaron sencillamente porque las retenciones a esa oleaginosa representa 6.000 millones de dólares este año, que van al erario público y sirve para financiar políticas sociales. Atrás de la soja se sentó buena parte del arco opositor, con el soporte expreso de La Nación y Clarín, más los medios audiovisuales con mayores audiencias. Amén de la bendición de la Conferencia Episcopal.
La encuesta de la discordia. Mora y Araujo y Asociados fue parte del soporte académico de la rebelión sojera de 2008. Pero el jueves, dos días después de la foto de los 12 apóstoles, presentó el estudio de opinión pública que silenciaron Clarín y La Nación.
Concretamente dice que el 42 por ciento de los consultados aprueba la gestión de Cristina Kirchner. La síntesis conceptual del estudio empieza así: “El oficialismo ha consolidado su recuperación ante la opinión pública impulsado por la mejora en las expectativas económicas de la población y por el vacío de liderazgo en la oposición. Esta recuperación posiciona a Néstor Kirchner como candidato potencialmente más votado en una primera vuelta presidencial y, aunque condenado a competir en una segunda vuelta, también como triunfador en la mayoría de los escenarios de ballotage”. Los dos diarios accionistas de Papel Prensa y promotores de las ferias sojeras decidieron dejar en la clandestinidad a quien, junto con Felipe Noguera, es uno de los consultores de cabecera de la Sociedad Rural Argentina.
Domingo, 1 de agosto de 2010