El notabilísimo pensador entrerriano Fermín Chávez supo percibir en la batalla de la "Vuelta de Obligado" un verdadero jalón de nuestra autoafirmación nacional. Para quienes no la recuerdan, dicha conflagración constituyó una de las más importantes de la epopeya independentista argentina, y tuvo lugar el 20 de noviembre de 1845 en un recodo del río Paraná a escasos 20 kilómetros de la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires.
Protagonizaron la contienda por un lado las tropas de la Confederación Argentina liderada en aquél entonces por Don Juan Manuel de Rosas, y por el otro, las compuestas por la "entente cordiale", una alianza entre Inglaterra y Francia, dos de las potencias mas aventajadas de la época.
El enfrentamiento se prolongó por un lapso aproximado de 9 horas, logrando las tropas enemigas perforar las líneas de grandes cadenas que atravesaban el río. Muchos historiadores coinciden que las huestes al mando de Lucio N. Mansilla profesaron una perspicacia y un heroísmo dignos de subrayar, y que la estrategia militar adoptada por el restaurador fue brillante.
Los daños producidos a la "entente" en Obligado, y posteriormente en Tonelero, San Lorenzo y Punta Quebracho, obligaron a los enemigos a desistir de una "intervención en el Río de la Plata" que si bien estuvo orientada (aunque encubiertamente) a garantizar sus propios intereses comerciales, escondía alguna intención inducida "desde adentro" para independizar la Mesopotamia.
José de San Martín desde el exilio comprendió como pocos la importancia estratégica de este acontecimiento manifestando en alguna oportunidad: "Ya sabía la acción de Obligado; ¡que iniquidad! De todos modos los interventores habrán visto por este échantillon que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca". El libertador a su muerte en reconocimiento a éstas y otras acciones, legará por disposición testamentaria a Rosas el sable con el que luchó por la independencia.
La autoafirmación es un mecanismo psicológico mediante el cual reforzamos las propias ideas, poderes, fortalezas y habilidades. En su faz colectiva, constituye un dispositivo de cohesión social mediante el cual nos reconocemos positivamente como parte de un todo entrelazado por la solidaridad. La autoafirmación es, en definitiva, un dispositivo de autovaloración.
Obligado en particular pero en especial el rechazo a un bloqueo impuesto por dos potencias coloniales, constituye un evento que habla nítidamente de una de una capacidad colectiva subyacente, y el Poder Ejecutivo Nacional, comprendiendo su magnitud, acaba de decretar felizmente al 20 de noviembre como feriado nacional.
Anhelamos que esta festividad constituya un espacio para la reflexión sobre ciertas potencialidades que efectivamente poseemos, pero que por alguna razón extraña, solemos ejercitar una vez cada tanto.
Sábado, 20 de noviembre de 2010