Domingo, 24 de Noviembre de 2024
  
24/11/2024 20:01:54
Interés General
El último reducto feudal europeo se democratiza.
Compartir en Facebook    Compartir este artículo en Twitter    Compartir este artículo en WhatsApp    Imprimir esta nota
Lunes, 28 de julio de 2008

La isla de Sark, en el canal de La Mancha, no forma parte del Reino Unido ni la UE, pero sus 600 habitantes son británicos y en diciembre elegirán a su primer Parlamento.

La isla de Sark, una dependencia de la corona británica en el canal de La Mancha, es el último reducto del feudalismo en Europa. Pero dejará de serlo en diciembre, cuando por primera vez en sus 450 años de historia votará un Parlamento, integrado por 14e terratenientes (herederos de las 40 familias originales) y 12 consejeros (elegidos entre el resto de la población). Pero no todo el mundo está de acuerdo con esta ruptura, ni mucho menos...
Sark, de 600 habitantes - a 20 kilómetros de la costa de Inglaterra-, era un paraíso de tranquilidad (y aburrimiento) hasta que en 1990 se instalaron en un islote que cae bajo su jurisdicción sir David y sir Frederick Barclay, dos septuagenarios mellizos millonarios en cuya cartera de inversiones figura el diario conservador The Daily Telegraph.No conceden entrevistas ni se dejan ver en público y residen en un castillo medieval de imitación con helipuerto propio. Pero han cambiado la anatomía del lugar, enfrentado a unas familias contra otras y fomentado la democracia aunque sea con fines interesados.
Sark no forma parte del Reino Unido ni de la UE, dispone de sus propias matrículas de coche, sistema postal y dominio de internet (compartidos con la isla vecina de Guernsey, de la que depende administrativamente), pero sus súbditos tienen nacionalidad británica, y vivía feliz anclada en el pasado hasta que hace unos años sus líderes decidieron asumir la Convención Europea de Derechos Humanos, sin pensar que era incompatible con el régimen feudal. A raíz de ello, y en una campaña azuzada por los Barclay, el territorio - que tiene su propio Gobierno, poder legislativo y judicial, pero delega en Gran Bretaña la política exterior y defensa, y acepta a la reina como jefe de Estado- ha sido objeto de enormes presiones para democratizarse. Ahora, a la espera de las elecciones, Sark se encuentra a mitad de camino entre el feudalismo y la democracia. El llamado Privy Council,un cuerpo integrado por el Gabinete británico y otros personajes que ejerce de tribunal de apelación para las dependencias de la corona británica, aceptó el compromiso de que 14 de los miembros del Chief Pleas (Parlamento) sean terratenientes, pero esa fórmula ha sido apelada por los Barclay, que piden que cualquier persona mayor de edad y con por lo menos un año de residencia pueda presentarse a diputado. Mientras, la isla funciona en una especie de piloto automático, y su Señor (Michael Beaumont, un ingeniero aeronáutico jubilado de 80 años, en el cargo desde 1974) sigue con sus privilegios: un banco en la primera fila de la iglesia, el derecho a poseer palomas y perros hembra, la propiedad de cualquier objeto que sea arrastrado por las olas a la playa, una contribución anual de un pollo por familia y un 13% del importe de todas las transacciones inmobiliarias. Tiene la obligación de tener listo para el combate un ejército de cuarenta mosqueteros.
Sark tiene una historia turbulenta. Centro de operaciones de piratas franceses desde el siglo XIII, en 1565 la reina Isabel I obsequió el territorio a perpetuidad a Helier de Cateret, señor de Saint Ouen, a cambio de que la colonizara con cuarenta familias (los terratenientes originales) y mantuviera a raya a los corsarios. Durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupada por los nazis, que establecieron campos de concentración. Posteriormente, prisioneros alemanes construyeron la única carretera asfaltada, por la que circulan tractores y carromatos arrastrados por burros. En 1991, un ex físico nuclear francés en paro, André Gardes, intentó invadirla con un rifle semiautomático y fue detenido por el jefe de policía mientras cargaba el arma sentado en un banco.
La mitad de la población que apoya a los Barclay en su cruzada democratizadora considera que han modernizado la isla y creado empleo. Sus detractores alegan que están comprando Sark a golpe de talonario (son dueños de tres hoteles, dos restaurantes, un pub, una agencia inmobiliaria y otra de alquiler de bicicletas, una tienda de ultramarinos, una librería, un salón de belleza y el ferry que es la única conexión con el mundo exterior), y que sus empleados votarán a favor de sus intereses en el Parlamento. "Nunca vi tanta animosidad, estamos en un estado de virtual guerra civil, la gente no se atreve a hablar por miedo a represalias", dice Paul Armorgie. O sea, que bajo el feudalismo se vivía mejor...


Lunes, 28 de julio de 2008

Copyright ©2008
Surcorrentino.com.ar
Todos los derechos reservados

DESARROLADO POR:
www.chamigonet.com.ar