Corrientes (27-10-24): La puja por el poder en la UCR desordena una estructura que no tiene organicidad, pero sí representatividad. ¿Quién gobierna, qué? No manda el que quiere, sino el que puede. Horacio Ricardo Colombi puso en evidencia una vez más la contundencia de un viejo axioma de la política: a veces no es necesario tener tanto, sino saber utilizar bien lo que se tiene. Aparentemente esa es la lectura que surge de la definición de una disputa claramente desigual en términos cuantitativos con su oponente de temporada, el gobernador Gustavo Adolfo Valdés.
Además de demostrar -una vez más- que aborrece las urnas, el mercedeño pulsó las cuerdas exactas en el funambulesco circuito judicial y frenó el proceso electoral interno para quedarse con el sello del partido radical de Corrientes hasta fines de mayo de 2025. Si el status quo se mantiene -y todo hace suponer que tiene garantizado el paraguas tribunalicio-, Colombi tendrá una chance de hacer bailar su trompo cuando se pongan a definir candidatos para las gubernativas.
El embrollo no sería un problema, o en todo caso solo un problema para los radicales, si no fuese que atada a la cola de los correligionarios se encuentra una provincia. Es decir, el gobierno de la provincia. Un gobierno que se estructura sobre una alianza de treinta y pico de partidos que tienen presencia en distintas esferas oficiales. Los más gordos tienen bancas en la Legislatura, uno de ellos comanda el Senado y el otro Diputados, ni más menos.
Es verdad que la alianza no tiene un funcionamiento orgánico, nunca lo tuvo, no hay deliberaciones ni una mesa de conducción ni nada que se le parezca, pero sí tiene representación institucional a través de distintas figuras. Es el entramado que sostiene un proyecto, que, si bien encabeza la UCR, claramente necesita de todos los componentes articulando en el mismo sentido. ¿Ese esquema quedó firme después de la interna fallida o tiene que ser rectificado?
A propósito, ahora que sigue Ricardo ¿la alianza vuelve a llamarse ECO? o ¿mantiene el agregado de Vamos Corrientes? Pregunta simple, que no es inocua.
Más allá del nombre, es importante tener presente que la alianza surge como un instrumento electoral pero luego se convierte -al menos así es presentada- como una plataforma para gobernar, ese espacio ahora corre el riesgo de caer en una anomia derivada de la indefinición de los liderazgos en el partido principal, el partido conductor.
El propio radicalismo instaló esta idea. Según el argumento que esgrimieron, con más o menos detalles, los dirigentes el Gobernador no tuvo durante estos tres años de mandato acompañamiento visible ni respaldo explícito del partido presidido por el senador provincial Ricardo Colombi. Y es verdad, pocas veces el presidente de la UCR compartió el mismo escenario institucional con su correligionario el Gobernador. Prácticamente no hay registro de una declaración suya o del Comité Central expresando apoyo al Gobierno o a Valdés.
Ausencia, indiferencia, lejanía. Los radicales de Valdés que dan vida a "Vamos Radicales" sienten que la conducción de la UCR, encabezada por el senador Colombi, le dispensó ese trato desde que se produjo la reelección en 2021.
Un legislador del radicalismo que fue una de las espadas de Colombi en su tiempo de poder y que hoy está volcado de lleno a secundar a Valdés, enumeró en un estricto off de record que el mercedeño: "Se mostró solo tres veces con el Gobernador, después no estuvo nunca, lo evitó".
¿Si ese era el cuadro de situación antes de la interna que acaba de caer, cuál será la conducta de aquí en adelante? Conociendo a los actores, la respuesta no puede ser otra que una profundización de la distancia. Esto significa que el Comité seguirá divorciado del Gobierno y viceversa.
En tal caso, si el Comité va por un lado y el Gobierno por otro ¿quién tiene mando en la alianza? Puntualmente ¿quién gobierna, qué?
Ahora bien, corresponde señalar que la puja de fondo no es por conseguir la armonía de los estamentos partidarios e institucionales.
No hay tanto altruismo en esta cruzada política, la batalla es por la lapicera que firma las listas de candidatos. Colombi y Valdés quieren la potestad de digitar el futuro postulante a la gobernación, los verbos con los que sueñan son recuperar y retener, respectivamente.
El deseo explícito es: la lapicera. ¿Y los socios?
El punto es que el devaneo de los correligionarios puede costarle otro dolor de cabeza a los correntinos. Como en 2009, cuando los primos tomaron el Estado, en todas sus formas, como escenario de una encarnizada lucha. Aquello terminó con un suicidado a pocas horas de una elección crucial. No es cuestión de invocar a las gárgolas, pero es saludable tener memoria. No se puede tropezar dos veces con la misma maraña.
Domingo, 27 de octubre de 2024